Érase un año...
...donde había un viejo loco.
Justo después de correr los maratones de Chicago y Nueva York el año pasado (dos eventos que todavía aparecen constantemente en mis sueños, y en alguna que otra pesadilla) dos pensamientos principales vinieron a mi mente: el primero fue: "Ouch. Bobolón". El segundo fue: "Entonces, ¿qué es lo próximo?". Después de dos maratones en cuatro semanas no puedo simplemente regresar a la granja a ordeñar vacas y hacer queso. Afortunadamente eso ya no es a lo que me dedico.
Pero, ¿qué sigue? ¿Cuál podría ser el siguiente paso en mi Tour Mundial de la Crisis de Mediana Edad? Debo haber estado drogado con Nutella y Wheat Thins, porque en lugar de pensar en algo "normal", decidí que correr y completar *al menos* una 5K cada día del año sonaba como una gran idea.
[Pausa para la risa grabada.]
El lunes 1 de enero de 2018 imprimí un calendario anual, me amarré los gabetes y salí a correr. Después de correr me tomé un selfie, regresé a casa, marqué el calendario y seguí con mi día. El martes hice lo mismo. El déjà vu del miércoles estuvo bien. Y así sucesivamente.
Y luego llegó el clima frío. Porque era invierno. Y luego llegó el clima cálido. Porque era invierno en Florida. Y luego llegó la lluvia. Porque esto todavía es un pantano.
Cada día.
Al menos 3 millas.
Un año.
El presidente dijo que su botón nuclear era mucho más grande y poderoso que el de Kim Jong-un: yo corrí. SpaceX lanzó el cohete Falcon: yo corrí. Sally Hawkins tuvo sexo con un pez. (You go, girl!): yo corrí. Bourdain… yo corrí.
Y como si eso no fuera suficiente (porque aunque todas las catástrofes vienen de tres en tres, las decisiones estúpidas tienden a venir de diez en diez), también decidí que era buena idea inscribirme en el Disney Dopey Challenge de 2019. Y si no sabes lo que es, permíteme:
Cada año, el Walt Disney World Marathon Weekend se lleva a cabo en enero. Y la palabra clave aquí es "weekend". Hay un 5K el jueves. Hay un 10K el viernes. Hay un medio maratón el sábado. Y hay un maratón el domingo. Cualquier persona normal elige su distancia favorita, entrena, se prepara, corre y se divierte. Y luego hay personas que eligen inscribirse en las cuatro carreras consecutivas. Porque la crisis de mediana edad es real.
Así que ahora le añadí un elemento adicional de "entrenamiento de maratón" a la mezcla diaria. (Lo escribo entre comillas, porque no hay nada normal con algo así.)
El verano fue brutal. Yo corrí. La carga de trabajo fue incómoda en ocasiones. Yo corrí. Ni siquiera recuerdo si me enfermé. Probablemente sí. Pero yo corrí.
Scheiße happens. ¿Y sabes qué más? Pasan las ampollas. Pasan las tetillas ensangrentadas. Pasa el dolor. Pasan encuentros cercanos con la vida silvestre. Te pican las abejas. (¿Mencioné el dolor? Eso fue algo recurrente.)
Pero... también pasó un yo algo más saludable. Y pasó una mente más clara. Pasó una mayor comprensión de mi cuerpo. Están pasando planes más audaces. Están pasando carreras más importantes (¡internacionales!). No estoy seguro de si más pelo en mis orejas está relacionado con esto, pero eso también está pasando.
De ninguna manera soy un atleta experto. Sé algunas cosas solo porque me atreví a intentarlo. Y por más difícil y doloroso que haya sido, hasta ahora lo positivo supera lo negativo. A veces me siento más bipolar que la letra D. (¿Mi barriga debe ir para este lado o para el otro?) Pero ese tipo de atrevimiento es el mismo que me permite aprender cosas nuevas. Y eso solo puede promediar hacia lo positivo.
El dopey en mí intentará completar el Dopey. Y al momento de escribir esto, eso estará ocurriendo en menos de dos semanas. Porque hoy es el último día del año. Y hoy temprano en la tarde salí y completé mi carrera consecutiva número 365.
Ahora, ¿qué diablos se supone que debo hacer con casi 400 selfies?
More to come.
– v.