Oso Yogui

(Esto fue escrito originalmente en un blog personal, 155 días antes del Maratón de Chicago del 2017. Mofongo Run Club aún no existía.)

Así de inteligente soy: hasta "hace poco", pensaba que el yoga era una práctica esotérica destinada solo para almas iluminadas, con una agenda oculta de conglomerarse en habitaciones oscuras y conspirar para dominar el mundo mientras levitaban y doblaban cucharas con sus mentes. La parte de levitar todavía suena bastante cool, pero (hasta ahora) creo que mi afirmación estaba algo incorrecta.

Como católico en recuperación, (y hasta ahora) no me interesa realmente y/o no tengo conocimientos sobre otras religiones y prácticas. Y como siempre tuve la noción de que el yoga era una herramienta para aumentar el contraste entre los colores de tus chakras, probablemente es mejor si no me hundo mucho en nuevas aguas de creencias.

Y, claro. Por supuesto, he estado practicando algún tipo de yoga, casi a diario, durante casi dos años. Énfasis en "algún tipo".

Raramente tengo tiempo para correr más de tres veces a la semana. Eso solo definitivamente no es suficiente para entrenar y estar listo para un maratón. Para la carrera ocasional alrededor del vecindario y la carrera del pavo, está bien (hay una satisfacción especial en llegar a la meta, mirando atrás a todos los nenes que dejaste atrás comiendo polvo), pero el entrenamiento para un maratón requiere mucho, mucho más.

He intentado algunas cosas durante los días en que no corro. Entrenamiento de fuerza, pilates, entrenamientos de 7 minutos, cuántos Doritos puedo comer en 60 segundos, etc. Después de unas semanas, todos se volvieron repetitivos, me aburrí y abandoné por completo cada enfoque nuevo. (Aunque no los Doritos. Si cierro los ojos, puedo imaginarme en tarima, compitiendo en Coney Island, comiendo Doritos como si no hubiera un mañana).

Pero había algo en el yoga que siempre despertó mi interés, además de la apreciación natural de los pantalones por parte de nosotros, los individuos con un cromosoma Y. Parecía más suave que los ejercicios de fuerza comunes. ¡Y levitar sonaba estupendo! Pero no quería un tatuaje de un elefante, con pequeños mandalas, en una bicicleta… Y yo pensaba que todo eso era necesario. Pero, ñó… si pudiera mantener una postura así durante más de diez segundos, Stretch Armstrong estaría orgulloso. Pero soy calvo, no me puedo hacer un man bun; ya comencé mi proceso de distribución de cabello en mi nariz y oídos.

Entiendes la idea. Luché mucho con la decisión.

Mucho ha cambiado desde que empecé a hacer el ridículo haciendo yoga regularmente. Mi respiración ha cambiado. Puedo estirarme mejor. *Creo* que soy más flexible. Y también puedo calmar algunas de las voces en mi cabeza. He hecho mejores tiempos en carreras oficiales desde que empecé a hacer yoga. No le puedo atribuir todas las mejorías, pero estoy seguro de que juega un gran papel.

Sin embargo, no es algo que se ve bonito. Estoy seguro de que mi downward dog es más como un perro callejero abochorna’o. Hace unos meses caí de cabeza tratando de hacer una pose en específico. Y eso no es insignificante. Tengo una cabeza enorme. Y la necesito para aplastar arañas. La pose de la paloma en particular es genial para los corredores, pero yo le cambiaría su nombre en sánscrito a Semerajalamacana. Estirarse y terminar cada rutina con unos minutos de Shavasana es genial. A menos que, como yo, te quedes dormido en el piso hasta el otro día.

Claramente, soy más Bubu que Yogui. Y la verdadera razón de este desahogo es desviar mi atención de mis últimas semanas no tan buenas y del hecho de que este fin de semana mi larga será de 11 millas. Mi rodilla izquierda me ha estado molestando un poco y no tengo tiempo para eso. Lo necesito. Todavía no puedo levitar.

Namaste.

Estoy a 155 días del maratón de Chicago.

Estoy a 183 días del maratón de Nueva York.

Vergentino RoblesComentario