New York City: ✔️
(Esto fue escrito originalmente en un blog personal, poco después del Maratón de Nueva York del 2017.)
No soy una persona religiosa.
Hace un par de semanas tuve una conversación muy buena sobre eso, con guacamole y cervezas de por medio. No creo en una figura omnipotente, omnisciente y omnipresente, moviendo palancas y apretando botones rojos y verdes desde la distancia. Soy más sci-fi que Signum Fidei. Un católico en recuperación. Creo que lo que ves es lo que hay. Dicho eso...
¡DIOS MÍO!
Recientemente corrí (¡y terminé!) el Maratón de la Ciudad de Nueva York del 2017, posiblemente el más grande del mundo.
Han pasado más de dos semanas y mi mente todavía está tratando de procesar toda la experiencia. Puede que tome un poco de tiempo en lo que todo cae en su sitio. Si es que sucede. Así que simplemente escribiré (con un dedo a la vez) sin mucha estructura y sin pensar demasiado. Tomemos más cervezas virtuales. Y guacamole.
[Tshsst!]
Tenía un hermoso plan en mi cabeza. Me dije a mí mismo: "Mismo, este va a ser tu segundo maratón importante en cuatro semanas. Nunca has hecho esto antes, así que por favor, usa tu sentido común y tómalo con calma. Disfruta lo que puedas de la ciudad, pero no te excedas. Descansa todo lo que puedas. Te estás poniendo viejo y la mayoría de tus extremidades son difíciles de reemplazar. Saborea toda la experiencia y..."
[Inserte aquí sonido de aguja rayando un disco.]
Sabes a dónde voy, ¿verdad?
Llegué a Nueva York dos días antes de la carrera, temprano en la tarde. Tenía menos de dos horas para salir del aeropuerto, llegar al AirBnB y dirigirme a Central Park donde se celebraba la ceremonia de apertura del maratón. Fui seleccionado para participar en el Desfile de Naciones y la invitación decía claramente que si no estaba allí antes de las 5:00 p.m., no podría entrar.
¿Qué hice? Corrí.
Corrí hasta la estación del subway. Corrí hacia arriba. Luego hacia abajo. Luego miré a mi alrededor con desesperación. Compré una tarjeta MetroCard. O cinco. Luego corrí hacia arriba nuevamente. Y tomé el tren a la ciudad.
La última vez que visité Nueva York, antes de esto, fue hace más de 17 años. Mis recuerdos están algo nublados, pero esto es lo que recuerdo: una noche, de bar en bar, el grupo con el que estaba quería ir a otra parte de la ciudad. Alguien tenía carro y tratamos de meter a seis adultos en un sedán diminuto. Bueno, cinco adultos y yo. Por mi tamaño diminuto fui el seleccionado para subirme último al carro. Todos se sentaron primero y yo tuve que hacer malabares en el asiento de atrás, mitad downward dog y mitad contorsionista.
En ese momento no vi mucho de Nueva York. Mi fondillo vio Columbus Circle. Pero yo no.
De alguna manera, aún corriendo, llegué a Central Park a tiempo. Encontré a mi grupo, me entregaron una gran bandera de Puerto Rico y me dijeron que esperara a que comenzara el desfile. Básicamente corrí desde Queens como pollo sin cabeza, llegué como Kramer abriendo la puerta de Seinfeld, y todos estaban tranquilos y pasándola bien. (Hey, Mismo, ¿recuerdas aquella conversación?)
Toda la experiencia del desfile fue increíble. Todos los países estaban organizados alfabéticamente, así que nuestro grupo (Puerto Rico) estaba esperando junto a Rusia. El maestro de ceremonias presentó a Puerto Rico con algo como: "El próximo país ha estado en todos nuestros corazones recientemente..."
El recuerdo de los minutos siguientes es algo borroso:
Exacto, somos un país, coño.
Mierda, qué alborotosos somos.
Tengo hambre. Solo tomé un café esta mañana.
¡PUÑETA!
La última vez que recuerdo haber sido parte de un desfile o procesión de cualquier tipo fue en la escuela elemental, en un field day. Cada salón tenía un tema. El de nosotros era la película E.T. Había un montón de niños en bicicletas y otros empujando y halando un zafacón grande que tenía a E.T. adentro. Yo era E.T.
Normalmente bailo como un meerkat, si es que bailo. No puedo confirmar ni negar, pero creo que bailé.
Después del desfile, me encontré con mi amiga/socia de negocios/guía turística/voz de la razón y decidimos comer algo. (Deberías comer bien antes de intentar correr un maratón y no andar ayunando. ¿Sabías eso, Mismo?)
En pocas horas pasé de trabajar en casa por la mañana, a volar a Nueva York, a correr por la ciudad, a estar en un desfile y ahora caminando de nuevo por Columbus Circle. En posición vertical. Vi la maldita estatua de nuevo, por primera vez.
Ni siquiera sé dónde comí. Algún lugar de hamburgers. En una mesa junto a la ventana, porque así es como la gente come en Nueva York en las películas. Y había un hamburger de alce en el menú. Con tocineta. No podía dejar de pensar: "Me estoy comiendo a Bullwinkle. Y está fucking delicioso. Este es un buen día."
El siguiente día era el día de tomarlo MUY tranquilo y descansar y...
Mierda ej.
Empecé buscando desayuno. Literalmente bajé las escaleras del apartamento y entré en el primer lugar que vi donde había gente haciendo fila. Era o muy bueno o estaban regalando dinero. Yo estaba dispuesto a cualquiera de las dos.
En todas estas tiendas de bagels alrededor de la ciudad, ¿cómo calculan los datos nutricionales? No puede haber una manera humana de medir con precisión los detalles sobre la cantidad de queso crema en cucharadas cuando te lo dan en... ¿yardas cúbicas?
Luego fue hora de ir al Expo y recoger la camisa y el número. (Nunca corro con la camisa oficial de la carrera, pero eso es mi OCD y así estoy feliz, gracias.) Tampoco nunca compro nada en los expos, excepto algunos de esos gels/vómitos, así que suelo estar fuera de allí bastante rápido. Pero la experiencia del expo en sí es una que no debe pasarse por alto. Caminé alrededor. Tomé la obligada foto pre carrera con el número. ¡Y conocí a Bart Yasso, el "Alcalde del Running"! Le dije: "Oye, Bart, eres el mejor". Y él dijo: "No, tú eres el mejor". Y yo dije: "Lo sé. ¡Gracias!"
Caminé por Bowery, finalmente llegué a CBGB (más de cuarenta años tarde) y rendí homenaje a las paredes y a todos los fantasmas, caminé por Lower Manhattan, luego caminé por Midtown, luego caminé por Spanish Harlem, donde entramos a Bermúdez Bakery pero solo para oler. No compramos nada. Solo olimos.
No creo que alguna vez haya seguido ese viejo cliché de carb loading con pasta el día antes de una carrera. Así que esa noche decidí seguir ese viejo cliché de carb loading con pasta el día antes de la carrera. Fui a un restaurante italiano al azar (eenie meenie miney pasta) y cené solo, en una mesa junto a la ventana, porque así es como la gente come pasta en Nueva York en las películas.
En mi "día fácil", antes de la carrera más importante de mi vida, caminé más de siete millas y comí como un toro en celos. Lo estás haciendo bien, Mismo.
No duermo bien la noche antes de cualquier carrera. Aunque sea la carrera del pavo. Si logro dormir, generalmente tengo pesadillas sobre llegar tarde. Durante el tiempo en que estoy despierto, generalmente estoy pensando en formas de evitar llegar tarde.
Creo que estaba ya en el subway alrededor de las 4:00 a.m. Ni siquiera las ratas estaban despiertas a esa hora. Solo un deambulante y yo, en el R. Llegué a Times Square en menos de 20 minutos. Necesitaba ir a la Biblioteca Pública para tomar una guagua a Staten Island. Desde la estación del subway fue solo un corto paseo, como una cuadra de distancia. Incluso hasta practiqué el día anterior, con mi guía turística. Todo iba perfectamente, según el plan. Cuando salí de la estación, me encontré en Broadway, hipnotizado, caminando hacia el norte, hacia las luces.
No había ni un alma allí. Solo un tipo flaco, abrigado desde la cintura para arriba (pero en pantalones cortos), llevando una bandera de Puerto Rico. No fumo nada (todavía) y cuando bebo generalmente tengo espejuelos, pero estar completamente solo en el mismo medio de Times Square, mirando todas las luces, sin espejuelos... eso debería contar como estar high. Probablemente fue uno de los momentos más surrealistas de mi vida.
[Entrecerrando los ojos...] "¿Qué dice allí? T... TK... TKTS? ¡Oh, mierda, esto no es la biblioteca!"
[Corre.]
En la Biblioteca Pública, subí a la primera guagua que vi. Me senté junto a la ventana, porque así es como la gente se sienta en las guaguas de la Ciudad de Nueva York en las películas. O me quedé dormido o el viaje a Staten Island a las 5:00 a.m. no toma mucho tiempo. (Probablemente fueron ambas cosas.)
Ya en las villas de Fort Wadsworth/Staten Island, todo parecía familiar. Los bagels gratis, el café, las cámaras, los reporteros, las fotos "antes", la siesta incómoda dentro del inodoro portátil... ya había visto y hecho todo eso antes. Y vi y hice mucho de eso. Tenía casi cuatro horas para matar hasta el inicio de mi wave.
Por cierto, ¿qué tan increíble es que tu nombre sea Amy Freeze y seas meteoróloga en la televisión? Es por eso que a veces digo que mi nombre es Vergentino y soy argentino. (No lo soy, pero suena bien. Pero Amy, ganaste.)
No tenía miedo. Realmente no estaba ansioso. Solo necesitaba confiar en el entrenamiento, salir y... divertirme. Tomármelo con calma. MUY tranquilo. Y disfrutarlo.
Regresa a un par de oraciones arriba donde sugerí que bebí mucho café. Bueno, lo hice. Así que...
A las 10:15 a.m., después de la señal, levanté mi bandera y empecé a correr como vikingo hambriento, gritando, y no paré hasta llegar a Central Park.
Piensa en... Mel Gibson en Braveheart. Exactamente.
Es difícil de explicar y poner en palabras cómo se siente correr el maratón más grande (¿mejor?) del mundo, con la bandera de tu país en el pecho, mientras llevas otra en la mano, corriendo en el mismo medio de los puentes pero cerca de las aceras en las calles para poder chocar las manos con *todos*, incluyendo niños y perros, mientras la gente te grita, tú les gritas de vuelta, chocas las manos con otros corredores, y te ríes maniáticamente sin ninguna razón aparente más que el hecho de que estás corriendo el maratón más grande (¿mejor?) del mundo, junto con más de 50,000 otras almas locas, y estás sufriendo un dolor agonizante pero al mismo tiempo sonríes, y haces eso durante más de veintiséis millas, y durante más de cuatro horas, solo deteniéndote para beber o comer algo, y al final te das cuenta de que ha estado lloviendo durante horas pero no te importa porque así es como la gente corre bajo la lluvia en la Ciudad de Nueva York en las películas...
Sí, es muy difícil de explicar.
Staten Island. Brooklyn. Queens. Manhattan. Bronx. Manhattan. Mundo.
Después de rodear Central Park, la meta está un poco al norte de Columbus Circle. Obviamente. "Oye, Colón, ¿recuerdas mi fondillo? ¡Mírame ahora!"
En los últimos metros no me quedaba nada de energía. Estaba completamente vacío. Había una pequeña “cuesta” al final, nada empinada, pero se sentía como cuchillos afilados apuñalando lo que quedaba de mis muslos. En un universo paralelo estoy seguro que hubiera sido extremadamente gracioso escocotarme justo allí, como un pelotero que se desliza antes de tiempo, a pulgadas del home plate. Y realmente lo pensé. Pero la locutora en la llegada gritó "¡PORO RICOW!" justo a tiempo. Levanté mi bandera y lo que en ese momento sentí como un dedo, miré en su dirección general y grité: "¡Hmmmpfff!"
"La idea era tomarlo con calma, Mismo. Y casi te desmayas en el proceso. ¿Qué diablos te pasa?"
Ahora tengo un nuevo récord personal, hecho en el maratón más grande (¿mejor?) del mundo. Eso es lo que me pasa.
El viaje de regreso al apartamento fue casi tan surrealista como mi aventura sci-fi en Times Square. Desde extraños que te felicitaban y te chocaban la mano, hasta tener conversaciones apasionadas sobre toda la experiencia... solo para darte cuenta de que estabas hablando contigo mismo y de repente te convertiste en "ese tipo" en el subway.
La primera comida de celebración, esa misma noche, fue con un buen amigo de la escuela. Vive no muy lejos de donde me estaba quedando y es médico. Si vas a desmayarte después de correr un maratón, pocas opciones son mejores que pasar el rato con un cardiólogo. Santo Cristo de la Salud, como comí esa noche. ¿Una comida de 7 platos? Pfft. Siete eran las cosas que podía pronunciar. Para el resto simplemente señalaba en el menú.
Al día siguiente fue el Marathon Monday. (Aunque yo lo llamé Limping Monday.) Un día especial, a solo unos pasos de la meta, donde puedes ponerle tu nombre a la medalla y tu tiempo de llegada, comprar una copia del New York Times con tu nombre y tiempo, y comprar una camisa oficial que absolutamente no necesitas pero necesitas. Nunca hago ese tipo de cosas.
En cambio, ese día me puse mi camiseta oficial de la carrera, me colgué mi medalla, cojeé hasta Central Park, esperé en la fila durante más de una hora, grabé mi medalla, compré una copia del New York Times con mi nombre y tiempo, y compré una camiseta oficial que realmente necesitaba.
Aquí es donde una guía turística clarividente es útil. Solo dices: "¿Sabes qué? No sé dónde está, pero..." y la respuesta es: "¿Strawberry Fields? El mosaico de Imagine? Justo por aquí. Sígueme." 😳
Rendí homenaje a los fantasmas allí y a todos los demás que rondaban el Dakota.
La segunda comida de celebración esa noche fue perfecta, en un restaurante mexicano, en una mesa junto a la ventana, porque así es como la gente come comida mexicana en Nueva York en las películas. Otro deseo cumplido de mi lista de deseos: comer cualquier cosa como si fuera el último día de tu vida y quedarte allí porque no puedes moverte, hasta que (literalmente) te boten del lugar.
No había forma de hacer algo que pudiera superar todas las experiencias del fin de semana anterior. Era hora de regresar al apartamento, relajarme, reorganizar mis pensamientos y...
Mierda ej.
El día siguiente fue un día de caminar por Midtown, con temperaturas en los 30 grados, bajo una lluvia intensa, yendo a una panadería a cenar cupcakes y cheesecake, en una mesa junto a la ventana, porque así es como la gente cena cupcakes y cheesecake en Nueva York en las películas, y luego dirigirme a un concierto de uno de mis artistas favoritos, sentado en primera fila, llorando como nene al que se le cayó su paleta.
Siempre he tenido esta idea en mi cabeza de que la Ciudad de Nueva York es un lugar que puede hacerte o romperte. En cierto sentido, hizo ambas cosas por mí. En cinco días.
Fue verdaderamente una experiencia que cambió mi vida. ¿Sabes del cliché ese sobre las experiencias que redefinen el antes y el después de tu existencia? Hoy, al escribir esto, tengo 15.
15 días de nacido.
Ya podemos correr, Rox. Solo que… no en círculos. Imagine.
Viejo: Lo hice.
Chicago: ✔️
New York City: ✔️
- v.